Hace solo nos días Vanessa García, una pintora ovetense de 37 años, dio el «sí quiero» durante una ceremonia celebrada en un hotel de Gijón. García llevaba ramo, anillo, vestido, tenía invitados trajeados, un elegante salón decorado con guirnaldas y flores, cámaras y una oficiante que se encargó de dirigir la ceremonia. Lo que no tenía era a nadie delante cuando pronunció el «sí quiero». Y es normal. Al vocalizarlo García no estaba declarando su amor a ninguna pareja. La frase le sirvió para afirmar su amor propio, su compromiso consigo misma.
Quizás resulte chocante, pero la ceremonia de García es solo la última prueba de una práctica compartida por otras muchas personas: la sologamia.
Tres novias para tres bodas. Hace unos días Gijón se convirtió en capital imprevista de la sologamia española. Allí se casaron Vannessa García y otras dos mujeres que decidieron celebrar sus enlaces de una forma y en un contexto que rompen con la ortodoxia. En vez de dar un «sí quiero» a una pareja, se dieron un «sí (me) quiero» a sí mismas. Había un salón, invitados, flores… pero solo tres novias con ganas de celebrar sus respectivos enlaces consigo mismas. Nada de parejas.
La persona que se encargó de oficiar, Teresa Estay, había hecho algo parecido en abril de 2019, cuando decidió celebrar un ceremonia en la que se reivindicó como «una naranja completa», no una media fruta a la espera de su otra mitad. Además del lugar y día, de las bodas de García y sus dos compañeras trascendieron algunos detalles extra: los enlaces arrancaron hacia el mediodía y se alargaron hasta media tarde, la primera en pasar por el «altar» quiso hacerlo en estricta intimidad y la última fue la propia García, la que más ha hablado sobre su decisión.
«Es difícil de explicar». Vanessa García, de Oviedo, 37 años, descubrió la sologamia de la mano de Estay. Reconoce que no es fácil explicarla. Al menos explicarla en toda su complejidad. «Es como estar sola, pero seguir estando contigo misma. Es algo difícil de explicar. Cuando viajas con tu pareja o tu mascota sientes que tienes a alguien ahí contigo; esto es lo mismo, pero esa otra persona también eres tú», aclaraba en una entrevista con La Voz de Asturias días antes de la boda.
Reafirmar el amor propio. García era consciente de que la suya sería una ceremonia distinta, poco convencional, y no solo porque decidiese lucir un vestido rojo. «Ese día me reafirmo como persona que tiene amor propio y que me amo, me respeto y me cuido —comparte—. La ceremonia es una forma de engañar al cerebro y de hacerlo tangible, para que en vez de quedar solamente en el cerebro se sienta como un compromiso contigo mismo». Como boda que fue, García se compró un vestido y la cita se cuidó al milímetro, con invitaciones y alianza incluidos.
«El hecho de comprar un anillo y grabarle mi nombre y la fecha le fue dando veracidad a todo. Empecé a sentir que lo iba a hacer de verdad. En ese momento sentí los pequeños efectos, está siendo muy impactante», confesaba en La Voz de Asturias. Incluso le daba vueltas a dónde iría a pasar su luna de miel, para lo que buscaba un destino en el que poder «desconectar» en la montaña o mar.
Sin cerrarse a la pareja. Que García y sus compañeras se regalasen un «sí quiero» a sí mismas no significa que renuncien a las relaciones sentimentales o incluso a volver a pasar por el altar de la mano de una pareja. El Mundo explica que las tres amigas que han abrazado la sologamia tienen en común algo más que su deseo de reivindicar su amor propio: son mujeres, de Oviedo, heterosexuales, se conocieron en unas clases de baile a las que acude también Estay y no se cierran a las relaciones. Ya han experimentado qué es compartir vida con otra persona.
García tuvo varias parejas. Otra de las mujeres que se vistió de novia es una maestra de 32 años. Y la tercera pasa de los 60, tiene un hijo y se divorció hace años. «Cada una se encuentra en diferentes etapas de su vida», añade la pintora. Antes de oficiar enlaces de sologamia o protagonizar uno ella misma, Estay tuvo un novio, pero reconoce que se «anuló como persona». «Pensé: si la gente se promete amor eterno por parejas, ¿por qué yo no me lo prometo primero a mí misma?».
Remontándose a los años 90. Los enlaces de García y sus amigas han despertado interés más allá de Asturias, pero la realidad es que la sologamia no es nueva. Ni tampoco sus enlaces son excepcionales. La práctica puede remontarse al menos a los años 90. En 1993 Linda Baker, una higienista dental de Los Ángeles ya hizo algo similar: imprimió invitaciones para 75 familiares y amigos, organizó una boda oficiada por una persona de confianza y declaró a sí misma «marido y mujer». Años después, a mediados de 2104, Sasha Cagen celebró un evento de carácter similar en Buenos Aires, un ejercicio de «autovaloración y aceptación».
¿Tienen validez legal? Los matrimonios de sologamia tienen un valor emocional y simbólico en el que insisten sus partidarios, pero su validez no se extiende a ojos de la administración. Darse el «sí quiero» a uno mismo no acarrea las ventajas legales de un enlace convencional, ni da derecho a un permiso de 15 días, otra de las prerrogativas al alcance de las parejas que se casan.
En 2017 Vice ya apuntaba que la sologamia como tal no se reconoce como relación vinculante ni en la UE, ni en Norteamérica, ni en Reino Unido. Eso no significa que con el paso del tiempo haya ganado visibilidad. Y no solo a nivel privado. En 2020 Candela Peña protagonizó una película, ‘La Boda de Rosa’, en el que su personaje decide casarse consigo misma. La propia Cagen publicó un libro que es toda una declaración de intenciones: ‘Quirkyalone: A manifestó por uncompromising’.
150 «sí quieros» (y subiendo). Precisamente su naturaleza hace muy difícil hacerse una idea de cómo de extendida está la sologamia y cuántas personas han precedido a García y sus amigas en España. El Mundo da sin embargo una pista importante. En España May Serrano decidido darse el «sí quiero» a sí misma en 2011 y calcula que desde entonces se han celebrado en el país unas 150 bodas.
«Ha sido un camino largo y muy divertido», explica al diario, que apunta que ha organizado unos 65 enlaces de personas en solitario. Su experiencia revela primero que la mayoría de ceremonias se celebran en el norte; segundo, que la sologamia triunfa sobre todo entre las mujeres. Hay hombres —García explica que en Gijón estuvo a punto de dar el paso uno—, pero son minoría, apenas el 1%.
Imagen | Allef Vinicius (Unsplash)
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