Home Primera Plana Las dudas se acumulan tras el cese-no cese del arzobispo de Santo Domingo

Las dudas se acumulan tras el cese-no cese del arzobispo de Santo Domingo

by Redacción Generación Y
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Lo habitual, cuando un obispo es cesado (antes o después de la preceptiva renuncia por edad a los 75 años), es que la Santa Sede lo haga oficial y, a continuación, el propio prelado haga público un mensaje despidiéndose de sus diocesanos y dando la bienvenida a su sucesor. Pero nada de esto ha pasado en el caso del arzobispo de Santo Domingo, Francisco Ozoria. O no del todo.

El pasado 19 de octubre sí se hacía público que León XIV había tomado una importante decisión para la Iglesia primada de América (por ser República Dominicana donde llegó Cristóbal Colón): se nombraba a Carlos Tomás Morel como “arzobispo coadjutor, con derecho de sucesión”, de Ozoria. Y este mismo, que seguía siendo el titular, saludaba el nombramiento del que sería su sucesor con estas palabras recogidas en la web arquidiocesana: “Recibimos con alegría y gozo esta grata noticia”.

En clave sinodal

Es más, se felicitaba por el hecho de que Prevost “haya aceptado nuestra solicitud. En el camino sinodal que vive la Iglesia, necesitamos signos de comunión y corresponsabilidad. En este próximo año tenemos la oportunidad de vivir este elemento tan importante: la corresponsabilidad en la misión”. Concretamente, “en la corresponsabilidad del gobierno pastoral”.

Pasaron tres semanas de ‘normalidad’ y, de hecho, el pasado 10 de noviembre, en una festiva celebración en la catedral primada de América, en la que hubo varios prelados de la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) e incluso estuvo la vicepresidenta de la República, Raquel Peña, Morel tomó posesión de su nuevo destino pastoral. Ante un aparentemente satisfecho Ozoria, el que será su sucesor como titular en Santo Domingo reiteró que quiere centrar su ministerio “en tres acciones: servir con amor, escuchar con generosidad y acompañar como un hermano”.

Lo siguiente habría sido esperar hasta que el Papa hubiera aceptado formalmente la renuncia del arzobispo titular y, una vez que este se convirtiera en emérito (condición que habría compartido con el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, que lideró la Iglesia primada entre 1981 y 2016), ya Morel le habría sucedido de pleno derecho. Algo que aún podría tardar, pues, de hecho, Ozoria aún tiene 74 años y le queda uno para presentar la renuncia por edad.

Saltó por los aires

Pero esta aparente ‘normalidad’ saltó por los aires estos días cuando, sin que la recogiera la web arquidiocesana, circulara por las redes una carta oficial de Ozoria en la que este daba a conocer que, si bien la Santa Sede había nombrado un arzobispo coadjutor, y el que él mismo había “solicitado”, se había encontrado con una “sorpresa”. Y es que su compañero llega “con unas facultades especiales exclusivas para el ámbito de la administración del patrimonio diocesano, para cuestiones económicas-financieras, así como para la gestión del clero y del personal eclesiástico”.

En definitiva, que, si bien él sigue siendo el arzobispo titular, Roma le ha despojado de toda facultad “administrativa” y se le ha “suspendido la potestad del gobierno en los ámbitos mencionados a partir del día de la toma de posesión canónica del cargo por parte del nuevo arzobispo coadjutor”. Es decir, desde el pasado 10 de noviembre.

Una situación ciertamente extraña y sin parangón, y menos a un nivel tan significativo, pues estamos ante la Iglesia primada del continente americano. De ahí el lamento de Ozoria, quien no duda en comentar que “a mí me han dejado solo el título de arzobispo metropolitano de Santo Domingo. Lo que menos me ha gustado, los títulos”.

Fidelidad y obediencia

A nivel personal, se declara “contento y feliz de mi ministerio sacerdotal, ejercido con amor a la Iglesia (47 años de ordenación sacerdotal y 28 como obispo), sirviendo incondicionalmente a Dios y a la Iglesia, en humildad y sencillez. He servido a la Iglesia en fidelidad y obediencia”.

Una declaración de intenciones que no esconde otra no menos real, ya que admite que se le suspende “por mala administración”. Algo de lo que, en casi una década en Santo Domingo, “nunca se me amonestó o advirtió”. Es más, él percibe que tiene “la satisfacción del deber cumplido. Dios es fiel y conoce mi conciencia. Ahí están los resultados”.

Entonces, ¿qué ha pasado? Ahí llega el punto más ácido de la misiva del arzobispo: “Recuerdo las palabras del prefecto del Dicasterio para los Obispos, el cardenal Marc Ouellet [Prevost llegó al papado en mayo desde ese cargo], en una visita de cortesía. Me habló de unas acusaciones en contra mía y, al terminar, me dijo: ‘Usted tiene muchos enemigos’. Han vencido los enemigos”.

Una bomba interna

Una sentencia que es una bomba en una Iglesia, la de Santo Domingo, en la que la sucesión arzobispal se encajaba teóricamente en el camino “sinodal” y, como se ha destapado, es un cese en toda regla desde Roma por “mal gobierno”. Y con el rocambolesco añadido de que el titular se mantiene, aunque solo sea con el título.

Estos días, los medios locales se preguntan por esta difícil convivencia entre los dos arzobispos y se recuerda que la crisis en la Iglesia dominicana ya viene de lejos. Al menos, desde los tiempos del cardenal López Rodríguez, bajo cuyo período pastoral surgieron diversas acusaciones de abusos sexuales entre su clero.

Fotos: Arquidiócesis de Santo Domingo.

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